Por Josmar Fernández
Esta semana
correspondía retomar el tema de los expertos en materia de fronteras y límites,
sin embargo, desde hace unos días, el grupo Mi Mapa ha realizado
interesantes cuestionamientos sobre el comportamiento pasivo de los
venezolanos, exteriorizando un clamor nacional, de vieja data, de exhortar al
Estado venezolano a ser más agresivo en su accionar respecto a la reclamación
del Esequibo, espacio geográfico que no se nos pretendió despojar con el Laudo
de 1899, sino que, en efecto se nos despojó.
Analizando los
últimos 50 años, no se ha dado un debate nacional en esta materia, como tampoco
se nos habló propiamente de las ventajas y desventajas que representaba para Venezuela,
la firma del Acuerdo de Ginebra de 1966.
Siendo éste el
único instrumento jurídico que garantiza, al menos, el reconocimiento por parte
del Reino Unido y Guyana, de una contención por parte de Venezuela, cuestión
que no significa de ninguna manera, que se haya dejado sin efecto el Laudo
Arbitral, declarado unilateralmente nulo e írrito; no es menos cierto que tiene
sus bemoles y así lo dieron a conocer en su oportunidad insignes venezolanos de
la talla de Efraín Schacht Aristiguieta, Marcos Falcón Briceño, Isidro Morales
Paúl, Carlos Sosa Rodríguez, Pedro José Lara Peña, Juan Carlos Rey, Ramón
Carmona y el jurista y ex canciller René De Sola, como uno de los mayores
críticos, quien publicó “Guayana Esequiba y el Acuerdo de Ginebra” donde
exponía a detalle sus reservas sobre el acuerdo.
Tales observaciones
parecieran no haber tenido mayor repercusión, al menos el debate sobre los
posibles desafíos que se nos presentarían a futuro no se dio. Para el año 1981, Pedro
José Lara Peña decretaba tajante “con el Acuerdo no hemos logrado ningún
paso positivo ni lo haremos en el futuro”. Expresión lapidaria.
Sería inútil a
estas alturas, profundizar sobre lo que dejamos de hacer internamente en 54
años y hoy nos pasa factura. Para dar un ejemplo y, apartando la cuestión
político-partidista, que tanto daño ha hecho en este particular, sería
irresponsable negar que en el año 2013, un grupo de diputados de “Movida
Parlamentaria”, encabezado por la entonces diputada María Corina Machado,
preparó un proyecto de ley para ser introducido ante la Asamblea Nacional, cuyo
objeto era reforzar la posición de Venezuela en el territorio en reclamación
ante las pretensiones de Guyana, la idea central era determinar las zonas
marítimas, incluyendo la plataforma continental extendida, correspondiente a la
proyección de la fachada atlántica del estado Delta Amacuro y hacer reserva
expresa de los derechos de nuestro país sobre el Esequibo.
El proyecto se
desestimó en su momento, luego, en el año 2018 se creó la Comisión Mixta para la Defensa del Esequibo y su Fachada Atlántica de la Asamblea Nacional (AN) a
quien se le instruyó “iniciar la preparación de un proyecto de ley que fije
claramente los espacios correspondientes a la Fachada Atlántica, e igualmente
convoque activistas y expertos en la materia, con el objeto de elaborar los
proyectos de leyes necesarios que tengan que ver con la reafirmación de nuestra
integridad territorial y marítima”. Hasta hoy no se conocen detalles al
respecto.
Analizar la controversia
implica conocer la perspectiva venezolana y comprender los argumentos esgrimidos
por Guyana, para poder realizar cuestionamientos sensatos. Ello nos lleva a
identificar una discrepancia de interpretaciones: Venezuela afirma que la
controversia es territorial, lo que implica la devolución del territorio que le
fue despojado, Guyana sostiene que la controversia es jurídica, reconoce la
contención de Venezuela al manifestar unilateralmente que el Laudo de 1899 es
nulo e írrito, por lo cual, exige discutir en principio la validez o no del
Laudo ¿Cómo se concilian dos interpretaciones de la controversia, mutuamente
excluyentes? ¿Cómo se selecciona el mecanismo para solventar la controversia,
si su aplicación depende precisamente de ello?
Remitirnos al
Acuerdo de Ginebra, implica referir el artículo IV, tremendamente discutido, en
el cual se cita el artículo 33 de la Carta de las Naciones Unidas, donde el
arreglo judicial está previsto, sin embargo, hay quienes sostienen que es un
párrafo enunciativo, porque Venezuela no hace reconocimiento expreso de la jurisdicción
de la Corte y no creen que se pueda interpretar de tal manera.
En todo caso, la
negociación obliga a pensar en mínimas y máximas aspiraciones respecto al
territorio Esequibo, hay que decirlo responsablemente. Alimentar un discurso
diferente, puede llevarnos al punto poco conveniente de una escalada del
conflicto, cuestión que se traduciría en una amenaza a la paz de la región. Pareciera
que no se ha puesto sobre la balanza el efecto rebote, por parte de la sociedad
venezolana hacia las fuerzas políticas, ante el posible desenlace de esta
controversia.
Debemos dejar la
ingenuidad, las relaciones internacionales no se basan en hacer amistades, sino
en entrar en un juego de intereses nacionales y poder. Estamos en una situación
compleja y desfavorable, frente a una CIJ impredecible, cuya aceptación del
caso podría significar una solución conforme al estricto derecho o con arreglo
de normas de equidad, ex aequo et bono. Hay que decirle al venezolano
que la tendencia en sus decisiones ha sido lo segundo y ello no necesariamente
nos beneficia, tampoco se puede seguir vendiendo la idea de teorías
conspirativas o apostar al desprestigio de los organismos internacionales que
son consultados por la comunidad internacional.
Con una visión
clara, el profesor Juan Carlos Rey refería “la tentación de la demagogia”
como un peligro en la conducción de nuestra Política Exterior y del cual
debemos estar atentos, cuyo significado es “abdicación por parte de los
líderes políticos de su responsabilidad de tomar decisiones y el renunciar a su
deber de tratar de orientar a la opinión pública por temor a la impopularidad”.
En 1962 nos pronunciamos oficialmente respecto a la reclamación, hay dos
opciones: quedarnos de brazos cruzados para luego señalar responsables, nuestro
pasatiempo favorito, o pensamos en una mejor estrategia que el discurso
retórico.
No hay espacio ni
tiempo para falsas expectativas, hacen seguimiento Colombia y algunos países
del Caribe, con los que tenemos una delimitación de áreas marinas y submarinas
pendiente.
Caracas, 19 de junio de 2020.
@josmarfernandez
josmarfernandez@gmail.com
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